90 minutos

16.03.2014

Cuantas cosas suceden en 90 minutos. Un partido de fútbol. La gran mayoría de las películas. Una sesión de bikram yoga. Una comida distendida...

Y un lapso en la vida de Marina para escaparse a mediodía a tener una cita y sexo con un desconocido.

Nunca antes lo había hecho hasta la semana pasada. Mi cliente estaba de paso en Madrid ese día y había conseguido convencerme, además se daban las condiciones óptimas en la oficina, poca carga de trabajo, un día tranquilo, y... unas estupendas ganas de pegarme un revolcón a mediodía.

Francamente, fue una sensación muy muy extraña si bien positiva. Terminar una reunión a las 13:30. Responder rápido a un par de mailes urgentes. Salir pitando a por un taxi y retocarte el maquillaje en él, mientas colocas bien las ligas de las medías y el taxista mira de reojo por el espejo retrovisor. Llegar puntual al lugar de encuentro a las 14:00. Una copa de vino, rápida también, para romper el hielo. Dedos que se aproximan a tu camisa y comienzan a desvestirte, uñas demasiado largas peleando por desabrochar los botones de tu camisa. Ducha recíproca y juguetona.

Un caballero que te sujeta la toalla al salir del agua...

Te visualizas en el espejo que hay frente a la cama, apoyada sobre tus manos y tus rodillas, con esa tonalidad que dan las luces rojizas de la habitación, y ves tu rostro brillante y ese rictus que adoptas cuando te están penetrando, los ojos semicerrados, la boca entreabierta y los labios hinchados por la excitación, tu cara de vicio, no ves la suya, el espejo termina justo a la altura de su cuello, y solo ves un cuerpo sin rostro que te bambolea y empuja. Podría parecer sórdido, pero es altamente morboso. Y te viene fugazmente a la mente qué pensarían tus compañeros de oficina si supieran que no has salido a comer, sino que estás en un apartamento por horas, follando con un absoluto desconocido, y que te paga por ello. Y te excitas tanto al pensarlo que te dejas ir...

Ducha de nuevo, breve despedida y taxi de regreso a la oficina. Uhm... mejor me recojo el pelo, está un poco mojado tras esta segunda ducha. Chequeo en mi teléfono los correos de trabajo que han entrado en este tiempo y Marina y mi yo oficial se mezclan, se solapan y se confunden.

90 minutos después, vuelvo a estar sentada delante de mi pc, me quedo absorta un instante recordando mi rostro excitado ante el espejo, y como han caído mis párpados con el orgasmo.

Suena el teléfono. Regresas a la realidad.

Me gustan estos encuentros tan anónimos, en los que apenas hablas, en los que prima el sexo en su estado más puro. Y también me gustan los otros, el quedar con un cliente para pasar 1 hora tomando una copa y 2 horas de intimidad, y que sea yo quien a las 2 horas en el bar del hotel tenga que recordarle que quizás sería mejor ir pensando en subir a la habitación, porque me ha gustado tanto la charla que me muero de ganas de comérmelo entero. Me gusta ser así de versátil; ser sólo puta; ser sólo dama; ser las dos. No es nada fácil y para mi es tan natural... es mi esencia.

Se que este post puede inducir a malentendidos, por favor, no me pidáis a todas horas citas a mediodía, es algo complicado de encajar, hay pocas probabilidades de éxito y puedo garantizar mayor fiabilidad después de la jornada laboral.

Sea como sea, espero tu llamada ;)

Feliz y soleado domingo os deseo desde mis entrañas...

M.

Blog de Marina Costa. Escort en Madrid