Just one by one

18.09.2014

Ayer viví una situación que me habría encantado fotografiar y que por no poder haber hecho, os relato a continuación. Sírvase contemplar las dos fotos que incluyo para imaginar con claridad la situación.

Hotel del centro de Madrid, mi cita comienza a las 23:59 ya que mi cliente venía de una cena de trabajo, quiso fijar esa hora tan particular para que no hubiera equívocos con la fecha. La secuencia empieza al adentrarme con el taxi al acceso al hotel y ver a un caballero de unos treinta y pocos con un portátil en la mano apurando un cigarrillo. "No por favor, que no sea él, no me gusta nada el tabaco...". Bajo del coche y accedo al hotel por la puerta giratoria, lentamente, para localizar el bar.

Visualizo a mi derecha la recepción con dos recepcionistas varones de aspecto fresco por haber comenzado hace poco el turno de noche. Mi mirada se cruza con la de uno de ellos y muevo los labios pronunciando mudamente un sencillo "Buenas noches".

A continuación diviso al fondo el lounge- bar , decorado en un entorno de espejos, tonos blancos y luces azul eléctrico. Camino con parsimonia intentando localizar a mi cliente, barriendo metro a metro la estancia, no tengo ninguna información previa, sólo conozco su nacionalidad pero en esta ocasión ni tan siquiera fui capaz de acertar a ponerle edad. Con el radar puesto, miro, busco, estudio. Los segundos duplican su duración y yo vivo a cámara lenta la situación que paso a detallaros.

Dentro de la barra, un par de camareros tan jóvenes como el personal de la recepción se ufanan con unos combinados para la clientela de la barra. Se trata de un grupo de cuatro extranjeros que hablan en un inglés no nativo, entre los 30 y 40 y con una conversación que posiblemente dejó de ser negocios a mitad de cena, ahora se oyen risas y algún tono más elevado por el alcohol de la cena.

Avanzo un poco más y veo al caballero del cigarro teclear con energía en su portátil en una de esas mesas blancas y sillones de skay blanco. No reacciona ante mi presencia, respiro hondo, no es mi cliente.

Dos mesas más adelante, un trajeado cincuentón degusta los últimos sorbos de una copa de coñac. Tiene demasiado aspecto nacional, mi cliente es del norte europa, mucho me sorprendería recibir una señal suya. Me estudia de arriba abajo y esboza una tímida sonrisa a la cual no correspondo porque en ese preciso instante visualizo por el rabillo del ojo izquierdo a mi futuro acompañante.

Le miro supuestamente de forma casual y le veo asentir con extrema discreción. Nos sonreímos y me acerco esos pocos metros mientras él se levanta. Contemplo por el camino un nuevo grupo de 3 personas en una de las mesas bajas, intuyo un comentario de uno de ellos y se evidencia la reacción del tercero girándose con poca discreción. Me sitúo por fin frente a mi cliente:

• Hi Marina, nice too meet you.

• Hi X, nice to meet you too

• May I offer you something to drink?

• Yes please, a glas of white wine.


Tomo asiento mientras el se acerca a la barra a pedir. Me acomodo y relajo. Ahora que ya tengo localizado a mi cliente, quiero contemplar de nuevo toda la escena. De alguna forma he percibido algo "diferente" y no tengo claro aún que es. Ahora que ya sé que aspecto tiene X, puedo mirar con más detalle al resto de personas del bar sin miedo a que alguien interprete indebidamente mi mirada e involuntariamente propicie un malentendido.

Levito un instante. En ocasiones pienso que es muy obvio, una mujer arreglada con un "Little black dress", tacones, maquillaje... un miércoles a medianoche entrando en el bar de un hotel de zona de negocios, a todas luces únicamente puede ser un escort. Pero , ¿qué más da? El caso es que tú estássólo, o con esos clientes, partners o compañeros, sentado en el bar de un hotel tomando una copa. Yal verme desearías permutar el bar por tu habitación, los colegas de camisa arrugada y botones aflojados por una Marina desnuda, y la aspereza del alcohol por la dulzura de mi tibieza.

Regreso a mi cuerpo. Comienzo el escaneo a mi izquierda por la recepción, a apenas 4 o 5 metros de distancia. Acaba de entrar un grupo de 3 hombres trajeado, sin duda alguno uno de ellos es indio y hablan lo suficientemente alto como para darme cuenta de que se están despidiendo asimismo eninglés. Mantengo la mirada fija en el indio hasta que de alguna forma nota esa energía, me mira,retengo la respiración un par de segundos, ¡PLATO! , le sonrío, y giro la cabeza reenfocando mi escáner en busca de otro objetivo.

Retorno al grupo de los 4 extranjeros de la barra. Dos de ellos se han dispuesto de espaldas y los otros dos justamente enfrente. Al instinto o al azar elijo a uno de ellos mientras veo en segundo plano a mi cliente esperando a ser atendido. El objetivo lleva barba de un par de días y la corbataabsurdamente aflojada. Mantengo la pose firme y le provoco con la mirada, se da cuenta, me mira, la mantengo unos cinco segundos, ¡PLATO! , le sonrío y la retiro.

Accidentalmente reenfoco al ascensor. Uno de los acompañantes del indio espera para subir y me mira sin disimulo. Devuelvo la observación y le veo entrar en el ascensor, le acompaño hasta dentro con mis verdes ojos, ¡PLATO! , sonrisa, 1, 2, 3 , 4 y 5 segundos... hasta que las puertas se cierran.

Sin apenas tener que moverme de mi silla, entorno esta vez la cabeza a la derecha, parando el autoenfoque en la mesa baja de tres, concretamente en el sujeto que dio el aviso. Aquí juego un poco más y tras esos 5 segundos de cruce de mirada, , ¡PLATO! le sonrío pícaramente con los ojos, inspirando hondo para sentir mi pecho subir en la respiración, y le abandono.

La voz de mi cliente ofreciéndome la copa de vino me lleva a girar la cabeza en la dirección opuesta y a susurrarle una vez se ha sentado: I just realized, there are around 20 people here and there is none woman. This is plenty of business guys and I am the only one lady... Somehow this turns me on...

Le sonrío, charlamos, bebemos nuestras copas de vino, y seguido de una mirada juguetona, nos levantamos para encaminarnos hacia los ascensores. Levito de nuevo en esos escasos metros, fantaseando con otro final para esa escena. Me visualizo girándome hacia el bar una vez hubiera subido los dos peldaños de la planta a recepción, acariciándoles los oídos con un:

• Starting in 20 minutes, I will be waiting for all of those I had the chance to look into their eyes. Room 696.

No names, no words, no lights, no clothes, no limits. Just one by one, every 20 minutes.

Se cierran las puertas del ascensor, la proximidad con mi cliente se acorta hasta besarnos a la par que noto mi primer orgasmo asomar al ritmo que nos eleva...

M.

Blog de Marina Costa. Escort en Madrid